Sunday, December 16, 2018

BIENVENIDA A INDIA CAP 17



BIENVENIDA A INDIA CAP 17

Camino a la casa de los tíos, me explicaron cómo sería la entrada a la casa. Cuando bajamos del auto, en la puerta principal sobre las baldosas del piso, me habían dibujado un Rangoli o Mandala que decía “Welcome” y me explicaron que siempre se pasan por arriba, evitando pisarlos. De repente, se abrió la puerta y allí estaba: Patti. Físicamente pequeña, pero con una presencia que intimidaba. Sólo me hizo un gesto de espera, mientras los demás traían de adentro Cum Cum, un polvo rojo que se utiliza para bendecir. Se acercó y con su pulgar lleno de Cum Cum me dibujo mi primer Bindi: El tercer ojo hindú. Aquello que había soñado desde tiempos inmemoriales, acababa de resumirse a un solo gesto. Las cuatro mujeres de la casa me rodearon y con una bandeja de plata con arroz, agua, cum cum y cúrcuma, circunvalaron mi cuerpo al tiempo que entonaban mantras de bendiciones y bienvenida a la familia. Todos sacaban fotos. Y ahí estaba Daniela, una más con India.















Ese primer día recibí tantas visitas, regalos y selfies que ya ni recuerdo quién era quién. A la noche, después de una merecida siesta, me probaron mi primer anarkali de fiesta y partimos hacia el casamiento de uno de los amigos de Abhi, Vinci. Decir que me sentía una estrella, es poco. De repente, los papás de los amigos me abrazaban, me daban la bienvenida a India y yo escuchaba embelesada por primera vez como se me presentaba como “su prometida”. No hay manera de explicar lo que se sentía cuando después de escuchar esto, atrás seguía un “Bienvenida a la familia”.

Pedidos de selfies para mostrarles a otros amigos, halagos sobre mis rasgos, mi manera de hablar. Todo a mi alrededor era amor del mas puro. Difícil sentirse lejos de casa cuando te la proporcionan doquiera que estés.

En el punto cúlmine de todo esto, entre la gente aparece el enorme Abhinandan y su bellísima esposa Spoorthi, los primos de Abhiram con quienes ya venía hablando hacía meses. Nos miramos las dos, pegamos un grito ambas y nos abrazamos muy muy fuerte. Era como si los conociera desde siempre. Lo mismo hice con Abhinandan, cuyo tamaño es directamente proporcional a su bondad. Cuando me quise dar cuenta, las madres de ambos me abrazaban, me daban la bienvenida a la familia y me daban de comer en la boca unos dulces típicos otorgados a las nuevas integrantes del clan. No sabría que más pedirle a la vida. La cara de Abhi cuando me mira manejándome sin problemas, o cuando sonríe al verme con bindi en la frente, no tiene precio.

Me fui a dormir exhausta, pero inmensamente feliz. Antes de viajar, había rezado a la tía Ali, pidiéndole que me acompañara y me guiara. Esa noche, soñé que entre muchas fotos familiares desparramadas, encontraba una nota: “Buen viaje, bebé”. No creo necesario aclarar quién me llamaba “bebé” en vida, no? Me desperté sonriendo, sintiéndola toda alrededor mío.

Daniela Giselle Gelhorn

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