Nos elegimos un sábado de Marzo hace 16 años atrás. De entre
tus hermanos me miraste y supe que íbamos a recorrer esta vida juntas. Fuiste
mi talón de Aquiles desde que llegaste. Todavía te escucho llorar en tu canasto
de mimbre pidiéndome dormir conmigo. Y así lo hiciste, siempre te salías con la
tuya. Tuvimos como todas las relaciones, muchísimas idas y venidas…nunca fuiste
una súper simpatía sino más bien bastante jodida y como dice Vicku: una perrita
forra. Aún así, quién supo tratarte
conoció tu ternura inmensa, tu dulzura inmensurable y tu terrible amor por la
comida. Nunca te gustaron los cumpleaños, ni las discusiones, ni la pirotecnia, ni que te cerraran libros en
la cara. Cuando de pasear se trataba, vos no eras mascota de nadie, sino señora
de la vereda. Te hemos humillado tanto, amor mio…te disfrazamos de Drácula, te
pusimos polleras, colitas en las orejas, te hemos pintado las uñas…y vos
siempre nos moviste la cola, ofendida, pero la movías. Y murmurabas, cuando te
ofendías te ibas murmurando. Te has
bancado: loro, patos, tortugas y a tus 6 hijos. Y a vos, te hemos bancado la
destrucción absoluta de nuestra tranquilidad y de nuestra casa, literalmente.
En tu idioma me hiciste entender todo lo que te pasaba. Cómo
olvidar las veces que tenía que irme y te me metías entre las piernas para
demorar mi caminata. O cuando yo abrí las alas y me fui del nido madre y cada
vez que nos veíamos me dedicabas un besito, cortito y seco, así, bien
asquerosito, pero era especialmente para mí. O las veces que te besaba los
mofletes y me mostrabas los dientes advirtiéndome que eras de “pocas pulgas”.
Creímos que te nos ibas hace un tiempo, y la realidad es que
con Vicku todos estos años creíamos que era el último que compartíamos.
Te nos quedaste un tiempo más, y creí que te iba a tener
conmigo y para mí un poco más, pero no.
Hoy, Julieta mía, a una semana de haber cumplido tus 16
años, dejaste esta vida para ser una más con el Universo. Sé que estás. Pero el
no poder mirarte a los ojos como me miraste esta mañana, o no poder besarte y
molestarte, me parte el corazón al medio. Pocos tenemos el privilegio de saber
lo que es compartir la vida con seres como vos, seres que son puros. Sé que nos
volveremos a encontrar allá arriba. Yo aca abajo te encontraré en sueños,
ladrando, empujándome de mi propia cama, escarbándome las piernas, masticando
botellas y gruñéndome cada vez que quiera sacarte un juguete de la boca.
Te amo de la única manera que un ser humano puede amar a un
perro: con el alma.
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