Llegar al fondo
Es sabido que es mucho más admirado aquel que sube, que
escala. Aquel que siempre está un escalón más arriba.
Aquel que baja, sea por la circunstancia que sea, es visto
como un derrotado, un débil.
¿Y si se lo viera desde otro punto de vista?
Después de pasar por realidades inesperadas, uno nota que si
bien siente escalar cada vez que logra una meta, también hay momentos en los
que una noticia o una imagen nos hacen sentir hacer. Quizá nos fuera más redituable
y satisfactorio ver esas caídas como el momento mismo de deslizarse por un
tobogán. Esa sensación de caída libre que oprime el estómago por un segundo,
hasta que se vuelve en sí, hasta que entendemos que todo tiene un fin. Los pies
tocan tierra nuevamente y cuando la adrenalina calma, a un lado de ese tobogán
por el que caímos, está la misma escalera por la que veníamos subiendo a diario…
Entonces: subir no es fácil, es tedioso y aunque trae
satisfacciones, cuesta. Pero caer, tocar fondo y volver a escalar es tanto o
más admirable que aquel que vive subiendo y nunca experimentó la vorágine de un
tobogán.
Daniela Gelhorn
Abril 2011
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